sábado, 7 de mayo de 2016

Azorín, en Ramón Sijé

AZORÍN, EN RAMÓN SIJÉ
 
                                          Por Ramón Fernández Palmeral
 
     El 24 de diciembre del 2005, se  cumplió el septuagésimo (70) aniversario de la muerte de (Ramón Sijé), José Ramón Marín Gutiérrez  (1913-1935), sin bombo ni platillo, pero nunca es tarde, lo que hubo, fue una lectura de la alocución de Miguel Hernéndez en el cementerio de Orihuela donde está enterrado.
 
        Para mayor evocación de la figura de este ensayista e intelectual oriolano, es ocasión oportuna hacer una breve interrelación con otro alicantino: el  custodio espiritual de Monóvar, José Martínez Ruiz (Azorín), a quien Sijé calificó el último romántico. Y a quien Sijé  nombró varias veces en sus escritos y en su  desconocido libro La decadencia de la flauta y el reinado de los fantastas (1973).
 
      Ramón Sijé era un entusiasta de la obra  azoriniana, que le llega a través de otro alicantino y también admirar del de Monóvar, Gabriel Miró Ferrer, un alumno autor de El Obispo leproso, que incluso se dice por los expertos mironianos que superó al maestro, por su prosa precisa en adjetivación que no preciosista, como se le suele adjudicar, con cierto sentido del gusto por una nueva literatura. Por la lectura de los artículos sinejianos no hay dudas de que debío leer una La Voluntad y Hora de España  del maestro de Monóvar.
 
     Pepito Marín y Jesús Poveda fundaron la revista oriolana quincenal Voluntad, que salió el primer número el 15 de marzo de 1930, la idea del nombre de la revista la cuenta Jesús Poveda en su libro Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández, México, Ediciones Oasis, 1975, pág. 35 (Nota 56  de José Luis Ferris 2002,71), cuando Poveda llevaba un ejemplar de La voluntad en la mano, Sijé dijo: «¿Ya está! Se llamará Voluntad! Azorín nos ha dado el título y a él le pediremos un trabajo suyo, en presentación del primer número». Que yo sepa  Azorín no publicó en la revista Voluntad.  (Jesús Poveda se dio de baja en el número 4, como secretario estaba Manuel Martínez Fabregat). Revista que tuvo una corta  vida de 13 números. 
   Y este detalle, el de dar título a una revista con una obra de Azorín,  ha de ser un reconocimiento muy a tener en cuenta por los estudios azorinianos.
 
   Dos años más tarde, Ramón Sijé publicó un artículo titulado «Tributo Oleza a Gabriel Miró», en Diario de Alicante de fecha 4 de junio de 1932, dedicado con la simpleza de un guiño: A Azorín. Así de simple: A Azorín, nada más y nada menos, porque las convicciones propias  son necesarias para llegar a la verdad, y presumo que Sijé estuvo detrás del maestro de Monóvar para conseguir algún artículo para su revista Voluntad o de El Gallo Crisis, sin conseguirlo. La realidad era otra, por entonces, en 1932, Azorín  ya era Académico de la Real Academia de la Lengua desde el 28 de mayo de 1924, aunque no leyó su discurso de ingreso, Una hora de España, has el domingo 26 de octubre de 1924  [1] .
   Años más tarde, en un artículo publicado por Sijé en la revistas El Gallo Crisis, número 5-6, de 1935, titulado «La decadencia de la flauta», donde flauta hay que interpretarla como el hombre o persona creadora de símbolos, según el prólogo de Manuel Martínez Galiano. Es decadencia del hombre la «nueva literatura» o el neorromantisico,  al que se había apuntado ya Miguel Hernández de la mano de Vicente Aleixandre y de Pablo Neruda, y, por añadidura esta decadencia política le toca también al gobierno de la II República,  y escribe Sijé:
    «Comienza a hablarse, en el sentido apuntado, de “nueva literatura” en el fin de siglo –y de imperio y de España- del 98: cuando “Azorín” (sic), en nombre de “Los escritores nuevos”, sienta las bases de  una crítica e imaginativa románticas con aquellas palabras que buscan una revisión humana y actual –una actualización- del concepto de lo clásico: “Juzguemos a los muertos con arreglo a los vivos”. La nueva literatura última, la última variación de los únicamente  nuevo, al enfrentarse con el concepto romántico se encuentra, pues, con una sombra. La de su propio romanticismo, proyectada en el espejo del romanticismo histórico. Con su fantasma: su misma creación fantasmal. Con una llaga: su propio ser consumido, y ardiendo».
 
     Más el siguiente párrafo y en el mismo artículo o discurso pronunciado, casi sermones deductivos a los que Sijé era muy propenso, parece aludir  a Azorín, es como un guiño, sin nombrarle,  quiero advertir que no me queda del todo claro alusión, pero lo intuyo, cuando escribe, tal vez con sorna ante la falta de cumplir sus deseos de que le mandara algún artículo:

     «El último romántico empieza negando cobardemente su filiación, escondiéndose bajo la máscara de un nuevo ismo, cuando sólo es eso: un romántico; pero, un romántico especialmente adjetivado: el último».  
 
      Porque en el párrafo anterior había escrito que la nueva literatura última al enfrentarse con el romanticismo se encuentra a su propio romanticismo, por lo tanto, la nueva literatura engendra romanticismo. Una evidente alusión a la nueva literatura que se estaba gestando  a primeros del siglo XX, gracias a Azorín.
   
       En un texto de la introducción de  Edmundo L. King a Nuestro Padre San Daniel, p.32, de la edición de la CAM y del Instituto de Cultual Juan-Gil-Albert.1995, leemos:
       «Pero si es Azorín quien indica el camino, es Miró quien lo coge de buena gana, quien hace de la primordialidad de la palabra el punto cardinal de su propia estética, hecho de que Miró parece tener plena conciencia».
 
Anteriormente  en 1911, Azorín había escrito en “El párrafo: La palabras”: 
      «Todos los escritores castellanos de los años recientes, escritores novicios de la llamada del Arte, y escritores que pisan los altos de la nombradía, confesarán que el renacimiento de la palabra literaria en España se debe  principalmente a Azorín».  A él se debe  el estilo que se llama adjetivo, vehemente y rico pero con templanza y sobriedad».
 
        Sijé conoce el estilo de Miró y de Azorín, sus primeros artículos tienen el estilo de la nueva literatura del adjetivo preciso, sin embargo no desarrolló todo su potencial creador porque murió a la temprana edad de 22 años el 24 de diciembre de 1935.
    El día de Todos los Santos de 1935, Ramón Sijé dio por acabado su libro La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas que presentó al Premio Nacional de Literatura, y que no ganó, se lo dieron a Guillermo Díaz Plaja.  En la página 126 de este texto (que no fue publicado hasta 1973 en el Instituto de Estudios Alicantino), le dedica un  párrafo a Azorín el cual recojo íntegro y dice así:
    «Fue “Azorín” quien primeramente se dio cuenta de la influencia que la pintura habría podido ejercer sobre la poesía del duque de Rivas [Ángel Saavedra  Ramírez]. Un pintor –escribía [Azorín]- que con el procedimiento moderno del impresionismo pinta cuadros de asuntos románticos: ese es el efecto que nos produce el duque de Rivas”. “Azorín” acierta, cuando al hablar de Rivas, piensa en la pintura; pero, se equivoca por completo, al precisar el procedimiento pictórico, que el poeta ha trasladado al terreno creador de la poesía. Porque a Riva no le acomoda el calificativo de poeta impresionista; en el sentido que tiene esta palabra cuando se dice pintor impresionistas».
 
    El capítulo III, pág. 180, de La decadencia de la flauta…, presenta las observaciones que hizo Azorín en La Voluntad, cuando comenta que: «No hay en ninguna literatura un ejemplo de teatro más enfático e insoportable (que el clásico español). Es un teatro sin madre y sin niños, de carácter monomórficos, de tempestades abstractas, resueltos en damiselas parladoras, en espadachines grotescos, en graciosos estúpidos, en gentes que hablan de honor a cada paso, y a cada paso cometen mil villanías…». (Sijé no anota la página de donde toma la frase de Azorín) [2] . La fecha en que está escrita La Voluntad (1902) nos aproxima al tiempo del pensamiento azoriniano revolucionario y anarquizante. Por la frase de un artículo  sobre el amor libre, en el que decía que «el matrimonio es una institución profundamente inmoral…», le ocasionó a Azorín el despido del diario El País (febrero de 1897). Aunque cambió la idea sobre el matrimonio porque se casó con doña Julia Guinda en 1908.  Luego Sijé se preguntará ¿Por qué no aparece la madre en el teatro romántico español? Estamos en camino de resolver el problema de la ausencia clásica de la madre.
           Finaliza Ramón Sijé el capítulo III de La decadencia de la flauta... (p.180-181) con las observaciones que hizo Azorín en La Voluntad, cuando comenta que: «No hay en ninguna literatura un ejemplo de teatro más enfático e insoportable (que el clásico español). Es un teatro sin madre y sin niños, de carácter monomórfico, de tempestades abstractas, resueltos en damiselas parladoras, en espadachines grotescos, en graciosos estúpidos, en gentes que hablan de honor a cada paso, y a cada paso cometen mil villanías…». (Sijé no anota la página de donde toma la frase de Azorín). Pero he podido averiguar que pertenece a  La Voluntad (1902), Capítulo IV de la Segunda Parte, pág. 213 de la Edición de  E. Inman Fox, Clásicos Castalia, Madrid , 1989, 5º Edición. Antonio Azorín, el protagonista de la novela realiza  un viaje a Toledo. El contexto de la frase se refiere a los clásicos, leemos: «Lope da fin a la dramaturgia en prosa, sencilla, jugosa, espontánea, de Timoneda y Rueda; su teatro inaugura el periodo bárbaro de la dramaturgia artificiosa, palabrera, sin observación, sin verdad, sin poesía, de los Calderón, Rojas, Téllez, Moreto. No hay en ninguna literatura…». (En diciembre de 1900 Azorín hico un viaje con Pío Baroja a Toledo, Nota 91 de Inman Fox, de la referida edición).  
         En la página 215-216 del mismo libro de Sijé, aparece otro texto  donde se hacer referencia a Azorín, es el siguiente:
    En la misma línea de Don Opando unas elecciones (obra de Serafín Estébanez González (1799-1867), y esto bastará para comprender su total significación crítica, está “El chirrión de los políticos” de Azorín.
 
     Azorín publicó El chirrión de los políticos. Fantasía moral en el año 1923  [3] . Chirrión es un carro cuyo eje gira al par de las ruedas.
    Y desde ahora propongo que se investigue el posible epistolario entre Ramón Sijé con Azorín.
 
 
 
 
                                                                                                NOTAS

 
[1] ] Entró Azorín en la Real Academia de la Lengua por fallecimiento de don Juan Navarro Reverte. Entró al acto acompañado, de acuerdo al protocolo de Serafín Álvarez Quintero y Julio Casares. El acto estaba presidido por  don Antonio Maura, el obispo de Madrdi-Alcalá y otras personalidades. Entre los académicos estaban Ramón Menéndez Pida, el cervantista Rodriguez Marín (Notas deJosé Montero Padill Castalia Didácticas nº33, Madrid 1993).
[2] ] La Voluntad (1902), Capítulo IV de la Segunda Parte, pág. 213 de la Edición de  E. Inman Fox, Clásicos Castalia, Madrid , 1989, 5º Edición. Antonio Azorín, el protagonista de la novela realiza  un viaje a Toledo. El contexto de la frase se refiere a los clásicos, leemos: «Lope da fin a la dramaturgia en prosa, sencilla, jugosa, espontánea, de Timoneda y Rueda; su teatro inaugura el periodo bárbaro de la dramaturgia artificiosa, palabrera, sin observación, sin verdad, sin poesía, de los Calderón, Rojas, Téllez, Moreto. No hay en ninguna literatura…». (En diciembre de 1900 Azorín hico un viaje con Pío Baroja a Toledo, Nota 91 de Inman Fox, de la referida edición).
[3] ]     Azorín, en «El chirrión de los políticos» relata los juegos de unos cortesanos en tiempos de Isabel la Católica. Tenían que subir a una higuera con los ojos vendado y coger un higo. Si no éste estaba  maduro tenína que pagar una prenda. Uno de ellos, palpó un higo. Notó su dureza. Dijo dirigiéndose al higo, «enderézate» y prosiguió la búsqueda de otro hijo maduro. La reina Isabel, alabó su prudencia y tacto.
 
 
 
 
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La elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández
 
 
Nota.- Mi agradecimiento a Gaspar Peral Baeza por su archivo sijeniano.
 

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