sábado, 7 de mayo de 2016

LA RELACIÓN DE AMISTAD ENTRE AZORÍN Y GABRIEL MIRÓ



                
                                                    

                                                           Por Ramón Fernández Palmeral


 
   Muy brevemente y en el espacio de esta media página, quiero hacer una pincelada a la relación entre dos estilistas alicantinos: Azorín y Gabriel Miró.   
   Era grande la admiración que sentía el alicantino por el monovero, no en vano, Azorín se codeaba con Unamuno, Blasco Ibáñez o Pío Baroja, además de haber recibido las bendiciones literarias de «Clarín». Mantuvieron correspondencia. Cristina Torres en El País, martes 10 de noviembre de 1998, escribe “Como ha señalado el profesor norteamericano Edmund King, autor de un artículo que recopila casi todo lo que se sabe sobre la amistad entre los dos escritores, pensar en la imitación es absurdo”.  Este profesor norteamericano escribió una introducción sobre la novela mironiana Nuestro Padre San Daniel, que podemos leer en la edición  de la CAM de 1995, colección que dirige  Miguel Ángel Lozano Marcos, donde escribe King  “pero es Azorín quien indica el camino, es Miró quien lo coge de buena gana, quien hace de la primordialidad de la palabra el punto cardinal de su propia estética…”.  Aunque los estilos son parecidos, en realidad son diferentes, ambos eran discípulos de una nueva prosa en español.
    Se habla de una amistad entre ambos autores, una amistad relativa, ya que al principio Azorín no le hacía mucho caso al autor de de Años y leguas, el monovero era un hombre poco dado a expresar sus sentimientos, por el contrario, Miró era abierto y cálido. Azorín quedó en 1917 muy sorprendido con Figuras de la Pasión, al decir que era un artista “delicadísimo y sutil”.
    La amistad entre ambos se consolida a partir de 1927, cuando Azorín le propuso para su ingreso en la Real Academia de la Lengua, rechazada la entrada parece ser, según Cristina Torres por los jesuitas que le vetaron la entrada. Ante este desagravio Azorín decidió no asistir a las sesiones de la Academia. Este aprecio por el alicantino, culmina cuando en junio de 1927,  Gabriel Miró veraneaba en su casa de Polop de la Marina lo invitó por unos días a Monóvar (adjunto fotografía, 1927). He tenido conocimiento de que la casa de Polop de Marina ha sido vendida a un particular, sin que el Ayuntamiento de este localidad hay podido adquirirla para haber hecho una casa-museo, cosas normales en esta España de la incultura).
 
   Azorín había apoyado las candidatura de Pío Baroja y Antonio Machado para entrar en la Academia, pero no lo consiguió con Miró, además este murió joven a los 50 años en Madrid, la noche del 27 de mayo de 1930. Azorín pidió verlo amortajado y dicen que se emociono y no pudo reprimir las lágrimas.
    Recordemos el homenaje que le hicieron los oriolanos en 2 de octubre de 1932 en la glorieta que lleva hoy día su nombre por iniciativa de Ramón Sijé y el grupo de los escritores oriolanos, Miguel Hernández, entre otros. También hay que señalar que Gabriel Miró no está en el Jardín de la Celebridades de la Diputación de Alicante, sí está Azorín y Miguel Hernández, entre otros.  ¿Para cuándo un monumento a Gabriel Miró en este Jardín que es de todos los alicantinos?
    En marzo del 2005, se celebró un ciclo de conferencias sobre la relación de amistad entre Azorín y Gabriel Miró en la Casa-Museo de Azorín en Monóvar, todo un acontecimiento, que apenas tuvo repercusión en la prensa ni en los medios de comunicación visual.


                       Revista "Perito", homenaje a Azorín en el 40 aniversario de su muerte-.
 
 
 

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