lunes, 16 de mayo de 2016

13.-AMISTAD DE MIGUEL CON MARÍA ZAMBRANO







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 13.-AMISTAD DE MIGUEL CON MARÍA ZAMBRANO

Artículo 13.- "Amistad de Miguel Hernández con María Zambrano".  Libro Miguel Hernández, poeta del pueblo en 40 artíoculos". Ramón Fernández Palmeral

  La relación de amistad que hubo entre la filósofa veleña María Zambrano y nuestro poeta, poco  o casi nada se ha investigado de nuevo, excepto  la aportación de Alfonso Berrocal «Miguel Hernández y María Zambrano: lectura de un poema y un artículo». Actas II Congreso Internacional, pp. 413-422, (2003). Con este artículo pretendo aportar un poco más de luz a esta relación sana y de verdadera amistad que hubo entre dos mentes tan diferentemente ilustradas y a la vez sensibilidades tan afines, en lo que hoy se llama «conectar caracteres».
  Desde que Ramón Pérez Álvarez comentó en sus artículos de La Lucerna (año VI, nº 39 y 40) recopilados en el libro Hacia Miguel Hernández, recopilación de artículos de Ramón Pérez Álvarez,  Fundación Cultural Miguel Hernández-Ediciones Empireuma, edición y prólogo de Aitor L. Larrabide y José Luis Zerón Huguet, epílogo de César Moreno, Orihuela, 2003, se recogen los dos artículos mencionado en La Lucerna pp.-85-96 «Presencia de Miguel Hernández», «María Zambrano-Miguel Hernández, una dilecta amistad». En las páginas 88 y 89, re recoge la carta que María Zambrano escribió desde Ferney-Voltaire, 11 de enero de 1979 en contestación a una de Ramón Pérez.
 Años  después de su amistad con el poeta oriolano la filósofa veleña le dedicó un artículo en El País del domingo 9 de julio de 1978, titulado «Presencia de Miguel Hernández», en la Sección Arte y Pensamiento.  En el que comenta «no puedo precisar cuándo y cómo lo conocí. Llegó a Madrid el año 34, y el llegar a mi casa de hija de familia en seguida llevado por alguno de los poetas amigos que entonces la frecuentaban, y el conocernos debió de ser cosa de un instante».  Nos habla María del poema que le dedicó Miguel «La MORADA- amarilla» en número 2, Virgen de Agosto, 1934, El Gallo Crisis, de Ramón Sijé. Que empieza: ¡Apunta Dios! La espiga, en el sembrado,/florece Dios, la vid, la flor del vino. Un poema donde se nombra a Dios once veces. Y la morada amarilla nos dice el poeta que es Castilla, tal vez por la similitud entre el verde y amarillo de los trigos con el pan y la sagrada forma.

  En 1935 ofrece tres conferencias en Gijón, actos que señalan ya un pensamiento con voz propia. Es el momento de lectura intensa tanto literaria como filosófica: Proust, Dostoievsky, Husserl, Descartes, Kant, Kafka; los griegos: Platón, los pitagóricos, los órficos, Plotino, los gnósticos, Séneca y los estoicos; los místicos como san Juan de la Cruz, santa Teresa, san Agustín, Miguel de Molinos, Bergson, Heidegger, Jung (quien le ofreció incorporarse a su equipo de trabajo), Marcel... (J. F. Ortega Muñoz. Introducción al pensamiento de María Zambrano, 1994: 13-23.) El grupo de amigos se conforma: Rafael Dieste, Jorge Guillén, Pedro Salinas, José Bergamín, Ramón Gaya, Camilo José Cela, Luis Cernuda, Maruja Mallo, Miguel Hernández quien le dedica el poema «La morada amarilla»:
 No sabemos cómo le sentaría a María este poema, mujer agnóstica y filósofa  que se había declarado a favor de la República (el 11 de febrero de 1930, carta durísima a su maestro  Ortega y Gasset), aunque ella escribe: «Y así, su poema «LA MORADA- amarilla», don precioso que me fue ofrecido, se me aparece como una sombra clara e indeleble, mas sombra al fin, como esas que se desprenden de una flor y aun de su sola fragancia, emanada de una vida en plenitud de ejercicio, y que ha de referirse a ella. Y temo que al ser leído sin la presencia viva de su autor, no transmita aquella su ansia de comunión, aquella incesante, imperativa necesidad de eucaristía compartida. Es decir, del reino, del reino de Dios aquí en la tierra». 












   Miguel supo buscar personas influyentes en Madrid a los que dedicar poemas, y este a María Zambrano y publicado sin duda en una revista importante como era entonces El Gallo Crisis, le dio reconocimiento, pues publicó en cada uno de los seis números de la revista, gracias a su influencia con el director Ramón Sijé.
   Hay una fotografía de mediados de junio de 1935 con motivo del homenaje a Vicente Aleixandre por la aparición de La destrucción o el amor, donde se ve a Miguel Hernández entre un grupo de amigos, entre los que está sentada María Zambrano junto a Pedro Salinas. Vicente Aleixandre está sentado junto a Delia del Carril.
   Después en Valencia, 1937, no se encontraron en el II Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas, por que ella llegó después de su inauguración, formó parte del consejo de redacción de Hora de España etapa  valenciana y barcelonesa. Al regreso del viaje de Miguel a Rusia se encontraron otra vez, ella escribirá «en las últimas veces que le vi, aparecía vuelto hacia adentro, enmudecido».
   «Presencia de Miguel Hernández» está dedicado a Alfonso Roig «A don Alfonso Roig, que en tiempos de impenetrable oscuridad dio aliento de vida y derramó palabra verdadera con la obstinación del agua». El padre Alfonso Roig Izquierdo (1903-1987),  donó su biblioteca —y pinacoteca— a la Diputación de Valencia en marzo de 1985. En junio de 1988 su colección pictórica se expuso en la Sala Parpalló bajo el título de «Alfonso Roig i els seus amics». Nunca mejor dicho, porque él no compró ninguna obra de arte, todas le fueron regaladas por sus amigos: Eusebio Sempere, Kandisnky, Alfred Manessier, etc.   A lo largo de su vida reunió casi 6.000 libros y más de 180 títulos de revistas.  María Zambrano le conoció en Roma en 1955.
    En el verano de 2004 hice una visita a la Fundación María Zambrano de Vélez Málaga, no había ningún libro de Miguel dedicado a María.  Sí encontré libros de Juan Gil-Albert dedicados a ella.  En el diario Información de Alicante de fecha 19 de julio del 2004,  publiqué la noticia siguiente: Tres dedicatorias prueban una amistad de 32 años entre Gil-Albert y Zambrano.

   El artículo de María Zambrano se publicó gracias a don Alfonso Roig, que lo recibió el artículo como una carta y consideró que era «necesario publicarla». En este artículo se cuenta cómo Miguel frecuentaba su casa en Conde de Barajas, cómo bajaban por la calle Segovia y se sentaban en alguna piedra de la Casa de Campo. El poeta se convierte en una presencia que le acompaña siempre. Y como comenta Alfonso Berrocal que no hay correspondencia entre Miguel y María «Así que son ese poema y ese artículo los límites de nuestro espacio interpretativo del que habrá que apurar los indicios que pueden ofrecernos».
  La conclusión a la que llego es la siguiente, que si un poeta o artista no se auto-promociona, no lucha por su arte, no se mueve, o no arriesga,  y se embarca en empresas mayores, utópicas, si cabe, su nombre quedará para siempre en el anonimato, porque hay un axioma que dice que nadie hace nada por nadie.
  

    
 Breve biografía de María Zambrano Alarcón

 Nació en Vélez-Málaga el 22 de abril de 1904. Se traslada a Madrid a los cuatro años y de allí a Segovia donde reside hasta 1924. En Madrid cursa estudios de Filosofía, asistiendo, durante los años 1924-27, a las clases de Ortega y Gasset, de García Morente, de Julián Besteiro y de Zubiri,  Su primer libro: Horizonte del liberalismo, aparecido en 1930. En 1932 firmó el manifiesto fundacional del movimiento denominado Frente Español, inspirado en gran medida por Ortega, lo disuelve, al ver en Ortega tendencias cercanas a la Falange de José Antonio Primo de Rivera. Había sido nombrada desde el año 31 profesora auxiliar de metafísica en la Universidad Central. En el 32 sustituyó a Xavier Zubiri y comenzó a colaborar en la Revista de Occidente, luego en Cruz y Raya (donde conoce a Miguel Hernández) y en la revista Hora de España, en su primera época madrileña, aparecida en 1936. Conoció y entabló amistad con José Bergamín, con Luis Cernuda, Maruja Mallo, Juan Gil-Albert, Jorge Guillén, Rafael Dieste, Emilio Prados.
  En 1936 publica un ensayo sobre su tesis doctoral: «La salvación del individuo en Espinoza» (Cuadernos de la Facultad de Filosofía y Letras, febrero-marzo, 1936). El 31 de julio, firmaba junto con un grupo de intelectuales su adhesión al gobierno republicano, ante la revuelta militar encabezada por Franco, que fue publicada en la prensa de Madrid y Barcelona. Zambrano cesa en su puesto de auxiliar en la Cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid. Parten por Cartagena, parando un día en Lisboa, luego en la isla Azores y, posteriormente, en La Habana María donde conocerán a Lezama Lima:
 La misma tarde que por primera vez puse el pie en La Habana, camino a Santiago de Chile y tras un largo y accidentado periplo entre la vida y la muerte, encontré a José Lezama Lima el año de 1936. [...] Fue en una cena de acogida, más bien nacida que organizada, ofrecida por un grupo de intelectuales solidarios de nuestra causa en la guerra civil española. Se sentó a mi lado, a la derecha, un joven de grande aplomo y, ¿por qué no decirlo?, de una contenida belleza [...]. Era José Lezama Lima. [...] Y a través de tantos años sigue, no digo vivo sino viviente, dentro de mí, como si yo hubiera sabido que aquel joven pertenecía a mi vida esencial, sobre la cual pueden caer historias, y a veces, la Historia misma.
María Zambrano «Breve testimonio de un encuentro inacabable», 1987: 42-43)
 Impartirá en el Lyceum Club su primera conferencia sobre Ortega y Gasset en Panamá, Ecuador, Perú y Chile, de este país recordará especialmente el paisaje lunar de Antofagasta, y el inmenso campo de cactus-candelabro en su trayecto en tren desde Valparaíso a Santiago de Chile. (Julia Castillo: 76) Aparece su libro Los intelectuales en el drama de España (Editorial Panorama, Santiago de Chile) y una pequeña antología de Federico García Lorca. Al estallar la Guerra Civil, María y su esposo regresan a España y se instalan en Valencia, donde se había trasladado el gobierno de la República:
 Se casa 14 de septiembre del 36 con diplomático Alfonso Rodríguez Aldave, lo destinan a Santiago de Chile como secretario de la embajada de España, en el verano de 1937 regresan a España,  él para incorporarse a filas, ella para colaborar con la República. Perteneció a la revistas Hora de España (1937-1938) constituye, sin duda, una de las más serias revistas de todo el siglo XX español; en sus páginas figuraban escritos de Antonio Machado, León Felipe, José Moreno Villa, Ángel Ferrant, José Bergamín, Tomás Navarro Tomás, Dámaso Alonso, Joaquín Xirau, Germán Bleiberg, José F. Montesinos, Pedro Bosch Gimpera, Benjamín Jarnés, Rodolfo Halffter, José Gaos, Enrique Díaz Canedo, Emilio Prados, Luis Cernuda, Corpus Barga, Carlos Riba, Juan José Domenchina... Y en su consejo de redacción Manuel Altolaguirre, Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo, Juan Gil-Albert, Juan Antonio Gaya Nuño, María Zambrano, Arturo Serrano Plaja, Ángel Gaos... Característica de la Hora de España son su falta de retórica, su contenido crítico e intelectual, y sobre todo su deseo explícito de evitar la demagogia. Luego el exilio a Cuba, México, Roma (donde conoce  al valenciano Alfonso Roig), Francia y Suiza.

Fue premio Príncipe de Asturias en 1981.  Regresó del exilio en 1984, en el aeropuerto le esperaban: Julia Castillo y Javier Ruiz, Aurelio Torrente, Pepe Tamero y esposa.  Murió el 6-02-1991 en el Hospital de la Princesa, Madrid. Hoy tiene una Fundación en la localidad  de su nacimiento, en el antiguo Palacio Beniel.



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