ÁNGEL CAFFARENA. SUS
AÑOS ALICANTINOS
Por Gaspar Peral Baeza
El poeta y editor
malagueño Ángel Caffarena Such pasó unos diez años de su existencia en Alicante
(1967-1977). El motivo de su venida a esta ciudad no respondió a ninguna de
las dos características personales aludidas de poeta y editor. Fue su condición
de funcionario la que marcó su destino. Vino a hacerse cargo de la dirección
provincial de un organismo relacionado con el trigo.
Ángel Caffarena
nació en Málaga el 16 de octubre de 1914. Su biografía es conocida. Razón por
la cual solamente aludiremos a tres circunstancias. Primera: su vinculación con
Málaga de la que fue su Cronista Oficial, y, también, de su Provincia. Segunda:
su estrecha relación con la famosa revista “Litoral”, fundada por su tío, el
poeta Emilio Prados Such, y el también poeta Manuel Altolaguirre, considerada
como la revista de la generación del 27, a la que Ángel Caffarena prefería
denominar generación de “Litoral”. Y tercera: era propietario, desde 1956, de la
Librería Anticuaria El Guadalhorce y, desde 1960, editor de una serie de
colecciones muy importantes de libros (a significar tres de ellas dedicadas a
sus tres hijas, “Cuadernos de Mª Isabel”, “Cuadernos de Mª Cristina” y
“Cuadernos de Mª José”). Libros apreciadísimos, de tiradas reducidas, impresos
en “Sur”, si bien en el Colofón se puntualizaba “hoy Dardo” -una muestra de su
irreprimible querencia a la imprenta de “Litoral”, corroborado, además, con el
título de otra de sus espléndidas colecciones, “Cuadernos del Sur”-, numerados
a mano, algunos con sello notarial. Falleció tras penosa enfermedad. Recibió
sepultura en el cementerio de San Gabriel, de Málaga, el jueves 26 de febrero de
1998. Tenía, pues, 84 años.
No sólo obviamos sus
títulos académicos y honoríficos o aspectos personales o familiares sino que,
asimismo, hemos de optar por silenciar su obra poética, literaria o cronística
malagueña, destacada y prolífica. Excede el propósito de estas líneas. Baste
exponer que el poeta Vicente Aleixandre, sevillano, que pasó su infancia en
Málaga, su “ciudad del paraíso”, Premio Nobel de Literatura 1977, dijo que Ángel
Caffarena era “Creador de una Málaga impresa que tiene sonido y luz”.
Tras su llegada a
Alicante no tardó Ángel Caffarena en relacionarse con el mundo ciudadano de la
cultura, granjeándose numerosas amistades entre escritores, poetas, pintores,
coleccionistas de arte, bibliófilos o simples aficionados a cualquier
manifestación artística. Era proverbial su simpatía, generosidad -rayana en la
esplendidez- y su entrega, como editor, a quienes consideraba que debía apoyar
en sus inquietudes literarias, por encima del nombre, calidad o tema, ya que con
frecuencia manifestaba que su misión no era juzgar sino dar a conocer.
Tuvo el detalle de
hacer constar en la mayoría de las publicaciones de la Librería Anticuaria El
Guadalhorce, relacionadas con Alicante, que estaban editadas en Alicante-Málaga,
manteniendo la impronta de sus ediciones: cubierta crema, caracteres en negro y
rojo el título, con una viñeta o dibujo.
Libros escritos por
él en Alicante se pueden citar los siguientes: Cosas de Alicante (1972),
Manolo Baeza, en la plástica alicantina (1973), Hierros de Pepe Belmonte
(1973), Ante un cuadro de Antonio Lago (1973), El dibujo en la
obra de Xavier Soler (1974), Los murales de Gastón Castelló (1974),
Joaquín Peinado: la poesía en la pintura, con un poema de Amelia Hurtado
(1974), María Dolores Andreo, con un poema de Salvador Pérez Valiente
(1975), Martínez Gamarra. Una aventura plástica, con un soneto de Manuel
Molina, un poema de Rafael Pérez Estrada y otro del mismo Ángel Caffarena
(1976), y Pérezgil con la colaboración especial de Rafael Azuar, Joaquín
Mas Nieves, Vicente Mojica y Eduardo Trives (1977). Lista no exhaustiva. Habrá
más obra, probablemente.
En los años setenta
se inauguraron varias galerías de arte en Alicante. En una de ellas se involucró
Ángel Caffarena. Se denominó “Litoral”, como no podía ser menos. Estaba en la
calle de Castaños, nº 14, 1º. Le acompañaron en aquella aventura, que duró doce
años, sus amigos Paco Llobregat, propietario de una papelería-imprenta y el
novelista Manolo Girón. De las exposiciones en esta Galería de Arte recordamos,
por motivaciones personales, las exposiciones de dos admiradas pintoras, la
alcoyana Polín Laporta y la danesa Henriette Heine, y la del pintor “naif”
alicantino Mario Martínez García de Gamarra.
A sus competidores
y, sin embargo, amigos, Gonzalo Fortea y Francisco Pastor, de la galería
“Italia”, también literatos, les publicó Ángel Caffarena. Que sepamos, al
primero: Cuento de Navidad (1971), Mi primer contacto con el
millonario, con ilustraciones de Vento (1972), Tres historias de ciencia
ficción, con dibujos de Brinkman (1974), y el programa de su obra teatral
Le diré que a las flores las traen las cigüeñas, con nueve dibujos-viñetas
de José Vento (Teatro Principal, Alicante, 7 junio 1973). Y al segundo: La
distancia más corta: poema, con prólogo de José Hierro y dibujos de Baltasar
Lobo (1979).
Otros alicantinos
gozaron, también, de la munificencia editorial de Ángel Caffarena. Así: el
poeta Manuel Molina La belleza y el fuego (1972) y Versos de la vida
(1977) y otro libro, en prosa, que por su temática se citará después. Los
también poetas Vicente Mojica Detrás de las palabras (1973) y Árbol
de mi sombra (1976), Alfredo Gómez Gil 24 poemas de nieve
(1971) y Entre fetiches y amuletos (1974), José Luis de la Vega Galiana
Poemas de amor (1971) y Consuelo Jiménez de Cisneros Baudín Dos poemas
(1974). El narrador Manuel Girón El accidente (1975). El reportero
Emilio Chipont Hombres, emociones y paisajes (vol. I, 1976, y vol. II,
1977). Y el ex-alcalde alicantino, con libros en su haber, Agatángelo Soler
Llorca María la plorona (1973). No se duda que haya errores u omisiones
involuntarias en esta relación.
Ángel Caffarena tuvo
una plena identificación y entrega hacia el poeta de Orihuela Miguel Hernández.
Escribió en el diario malagueño “Sur” los artículos “Recuerdo de Miguel
Hernández” (1 diciembre 1967) y “Presencia alicantino-andaluza en la poética de
Miguel Hernández” (marzo 1968) que reproduce en su libro Cosas de Alicante
antes citado, en el capítulo “La poesía: Miguel Hernández”. Como es harto sabido
la revista “Litoral” dejó de publicarse el año 1929 así como que fue resucitada
en la señalada fecha de mayo de 1968 por Manuel Gallego Morell y José Mª Amado
y Arniches. En su nº 61-62-63, 7 de noviembre de 1976, monográfico de “La poesía
en la cárcel” donde Miguel Hernández ocupa lás páginas 176-183, se reconoce que
intervino y colaboró Ángel Caffarena. Y también lo hizo, de una manera decisiva
y fundamental, en el nº 73-74-75, 8 de febrero de 1978, exclusivamente dedicado
al poeta oriolano, “Vida y muerte de Miguel Hernández”. En su Introducción Ángel
Caffarena escribe: “Acabo de pasar diez años en Alicante, década que, tal vez,
sea la más grata y fructífera de mi ya larga vida. Al menos este período me
marcó con huella indeleble enriqueciendo mi caudal (grande o pequeño) de
vivencias, reflejadas, como es lógico, en la buena o mala obra editora o
literaria que desde allí realicé (...) Hoy, ya de nuevo en Málaga y como feliz
remate de estos dos lustros, me toca (...) presentar este número de LITORAL que,
fraguado en Alicante (...) la inmensa mayoría de los que colaboran en él son
alicantinos, y nosotros quisiéramos que como alicantino se tuviese. (...) que
si se imprime en Málaga, tiene su verdadera nacencia en Alicante, tierra natal
del poeta que hoy emocionadamente recordamos (...). Conocí a Miguel, siendo yo
estudiante de Filosofía y Letras en Madrid (...)”. Ángel Caffarena es también el
autor de la recopilación de la breve antología de Miguel Hernández que se
incluye en ese número triple de la revista malagueña. José Mª Amado, su editor,
en la página 229, escribe dirigiéndose a Miguel Hernández: “Este homenaje que
te dedica “Litoral” parte desde tus tierras de Levante (...) Ángel Caffarena,
motor de este “Litoral” que representa tu homenaje (...)”. Y lo reitera en otras
páginas y en el Colofón.
La difusión de la
vida y obra de Miguel Hernández también se enmarca en la tarea editora de Ángel
Caffarena. Basta con señalar los libros siguientes: José Gerardo Manrique de
Lara, Homenaje a Miguel Hernández (1967), Manuel Molina, Miguel
Hernández y sus amigos de Orihuela (1969), Rosa Mª Serrano Puig, Apuntes
para un estudio del gongorismo poético de Miguel Hernández (1972), y José Mª
Balcells, Márgenes de la curiosidad, que incluye los trabajos que se
titulan “Para una poética hernandiana: un texto olvidado”, “Consideraciones a
unas variantes de Miguel Hernández” y “Estructuras correlativas de Miguel
Hernández” (1974).
Ángel Caffarena fue
muy amigo de sus amigos alicantinos. Propaló sus nombres en sus ediciones
forjadas en Alicante. Y amó a la ciudad que le acogió y se sintió integrado en
ella. En las notas introductorias de sus libros lo manifiesta, como, por
ejemplo, en Los murales de Gastón Castelló: “A mi llegada a Alicante
donde, dicho sea de paso, encontré el más amplio espíritu acogedor que pudiera
imaginarse, tanto que hoy, tras una ya larga estancia en esta tierra,
prácticamente me considero y, lo que es más importante, me consideran, como un
alicantino más, dediqué mi insaciable curiosidad por todo cuanto a actividad
cultural se refiere, al conocimiento mediante el estudio de todos los amplios
valores espirituales que aquí se encierran.”
A Alicante le dedicó
su libro antes citado, Cosas de Alicante, sus versos, sus posters (entre
los que se cita el de la típica fiesta malagueña de Los Verdiales, 1968, en el
“que obsequia a sus íntimos de Alicante, buscando una mayor unión, si cabe,
entre estas tierras hermanas”, sus grabados (como el del plano antiguo de
Alicante donde “pretende expresar a sus íntimos de estas entrañables tierras,
siquiera sea un poco de la inmensa gratitud que siente por la cordialidad y
afecto con que fue recibido) y sus pliegos (tal la reproducción del pliego
poético gótico “Coplas fechas sobre la plematica del pan...”, entrega “cuidada y
dirigida por Ángel Caffarena Such, Jefe Provincial del Servicio Nacional de
Cereales en Alicante y mercader de libros”.
A muchos
alicantinos les hizo el regalo de sus publicaciones y el privilegio y gozo de su
amistad. El que esto escribe lo certifica: fue uno de ellos. El gran corazón de
Ángel Caffarena, que ya se le rebelaba en estas tierras, le llevó a dedicar uno
de los capítulos de su repetidamente citado libro Cosas de Alicante, el
titulado “El Instituto de Estudios Alicantinos”, a quien firma esta deshilvanada
e incompleta semblanza. Un gesto y detalle que éste no podrá olvidar nunca.
Publicado
en la revista PERITO (Literario-Artístico)
número 5
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