José Marín Gutiérrez, -Ramón Sijé-, (Orihuela
1913-1935), se vio rodeado en su corta vida, de grandes y buenos amigos, entre
los que destaca el gran poeta universal Miguel Hernández.
Pepito Marín, murió en la nochebuena
del año 1935, esto es el 24 de diciembre, a las veinte horas y tres minutos, a
consecuencia de “toxi-infección intestinal”, según la certificación
facultativa, tal y como consta en su partida de defunción, inscrita en el
Registro Civil de Orihuela, al Tomo 114 de la Sección 3ª de dicho Registro.
Su muerte causó una gran conmoción.
Cómo escribió el Catedrático Jesús Alda Tesán, su colaborador en “El Gallo
Crisis”, desde Zaragoza y en su recuerdo el día del Pilar, de 1987, “Unos
meses más tarde Ramón Sijé moría entre los suyos acompañado de un repique de
campanas que festejaban la Navidad. Con esta muerte se frustraba una cimentada
esperanza, se desvanecía la promesa de un inmediato escritor de primer orden
que por entonces tensaba febrilmente sus fuerzas en los mares más engallados
del pensamiento”.
El semanario local Acción,
número 41, del día 30 de diciembre de 1935, dedicó sus primeras páginas, a modo
de homenaje póstumo, a Ramón Sijé, con artículos referidos al mismo, de sus
amigos José María Quilez y Sanz, Augusto Pescador, José Calvet López, Juan
Bellod Salmerón, José María Olmos Cárceles y Tomas López Galindo.
Miguel Hernández, dedicó a Ramón
Sijé, “que se me ha muerto como del rayo”, su famosa Elegía,
fechada en 10 de enero de 1936, y que incorporó a su poemario “El rayo que
no cesa”.
De entre los amigos que colaboraron
en su homenaje en aquel semanario, en estas letras yo quisiera destacar a Don
José María Olmos Cárceles. Y ello también en su recuerdo, pues tuve el honor de
conocer a tal preclaro oriolano, intimo amigo de mi padre, Julio Calvet López y
de su hermano José Calvet López, que también colaboró en aquella publicación.
Don José María Olmos Cárceles,
Pepe Olmos para los amigos, nació en Orihuela el día 14 de marzo del año 1902,
y también en la calle Mayor o de Ramón y Cajal, al igual que Pepito Marín. Hijo
de José y de Maria Dolores, tuvo una hermana, María, y un hermano llamado
Enrique, que fue jesuita, y muerto prematuramente. Fue sobrino de un eminente
sacerdote, el Canónigo Don Mariano Olmos, orador sagrado, y primo hermano de
otro de los grandes amigos de Sijé, Don Mariano Cremades Olmos, Magistrado que
fue de Murcia. Alumno del Colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado por
los Padres Jesuitas, curso la Carrera de Derecho en Murcia.
Ingresó por oposición en el Cuerpo
Jurídico Militar, siendo destinado a Canarias. Ingresa después por oposición en
el Cuerpo de Notarios, ocupando las notarías de Orcera, (Jaén), Montilla
(Córdoba), y después en la de Marchena (Sevilla), donde casó con Doña
María Sara Clavijo Montoursy.
En las oposiciones convocadas el día
9 de diciembre de 1925, ingresa en el Cuerpo de Registradores de la Propiedad,
siendo nombrado como tal, por Real Decreto de agosto de 1926, siendo destinado
al Registro de la Propiedad de Herrera del Duque, en Marzo de 1929.
Posteriormente, fue Registrador de la Propiedad de Motilla del Palancar,
Chinchón, Navalcarnero, El Escorial, y finalmente en Getafe. Ocupando
dicha plaza, falleció en Orihuela el día 29 de agosto de 1968.
Padre de seis hijos (cuatro varones
y dos mujeres), su hijo mayor, José María Olmos Clavijo, es el actual Notario
de Segovia.
Gran oriolano, Don José María Olmos,
en el año de 1927 fue uno de los fundadores de la Cofradía del Perdón de
Orihuela, y uno de los impulsores en 1952, del “paso” de la Virgen María
Santísima del Perdón, del escultor Quintín de Torre Berastegui (1877-1966).
Acudía todas las Semanas Santas a Orihuela a ver sus procesiones, y pasaba
todos los meses de agosto en Torrevieja, en una casa sita en la calle
Ulpiano, esquina calle Radio Murcia. No perdió nunca el contacto con
su tierra, ni con sus amigos de siempre.
Don José María Olmos, que no militó
en partido político alguno, fue un auténtico sabio del Derecho. Tres
oposiciones de gran dificultad, no las hace y logra todo el mundo. Yo tuve la
suerte de pasar los veranos torrevejenses en mi casa, frente por frente, de la
casa donde veraneaba la familia Olmos, y mi amistad con todos ellos, es
entrañable y perpetua.
Cuando iba terminando mis estudios
de Derecho, y andaba pensando en mi porvenir, siempre recuerdo una conversación
con Don José María, en la que me dijo: “Julio, tu aprende muy bien el Derecho
Civil, pues así, te sabrás todo el resto del Derecho”. Esta frase, más o
menos, se la he pronunciado a mis alumnos en mis largos años en que he
sido Profesor Universitario en la Facultad de Derecho de Alicante, pues
es una gran verdad, y un oportuno consejo.
Como se ha dicho, José María Olmos,
publicó su artículo en el semanario de Orihuela, Acción del día 30 de
diciembre de 1935, titulado “Un aspecto de Sijé”, en el cual,
cómo dice Ramón Fernández Palmeral, en su libro “Ramón Sijé, el
Estigmatizado”, del que poseo gracias a su amabilidad, el número X008, de
su edición no venal, escrito para conmemorar el I Centenario de su nacimiento,
José María Olmos, “lamenta que Sijé haya muerto sin poder ver “la nueva
España” que él “ha visto porque lo ha pensado”.
Y así, José María Olmos nos dice en
su artículo:
“Hermosa tarea la que la muerte ha
cortado ¡morir cuando con el cincel del talento se esta modelando el hogar
grande, la casa eterna¡ Sijé ha debido sufrir mucho en sus ultimas horas. Con
un sufrimiento de iluminado, que ve el objeto y no puede abrazarlo. El ha
visto, porque lo ha pensado, a la nueva España; sentía con la ilusión más pura
realizar la más grande de las dichas: descubrir a su propia madre; y al
descubrirla crearla un poco. Quería ser como los que embarcaron con Colón:
padre de su propia patria. Si la paternidad es la plenitud de la dicha, crear a
su madre es la paradoja que han realizado algunos titanes de la historia.
Por eso ha sido tan triste la agonía
de Sijé, que no ha visto la meta estando tan cerca de ella. Es el grumete que
se tragaron las olas del mar de América, cuando la embarcación ya la había
descubierto.
Por eso nosotros nos llena de pena
el conocer la desdicha que supone abandonar el viaje, cuando las velas han sido
hinchadas con nuestro aliento.
Orihuela –esencia de España- te debe
prometer, Sijé desgraciado, que los primeros laureles que traigan en su pico
las gaviotas anunciadoras de la tierra descubierta, coronen tu sepultura”.
La fuerza y expresividad poética del
lenguaje utilizado por José María Olmos, revela, el dolor y el profundo
sentimiento del mismo, por la muerte de un amigo muerto en la juventud, repleta
de esperanzas.
Y este ha sido mi recuerdo y
evocación de Don José María Olmos Cárceles, amigo de José Marín Gutiérrez,
Ramón Sijé, y amigo mío.
JULIO CALVET BOTELLA
Alicante y abril de 2013
Homenaje a Ramón Sijé en el centenario de su
nacimiento
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