Muy brevemente y en el espacio de esta media
página, quiero hacer una pincelada a la relación entre dos estilistas
alicantinos: Azorín y Gabriel Miró.
Era grande la admiración
que sentía el alicantino por el monovero, no en vano, Azorín se codeaba con
Unamuno, Blasco Ibáñez o Pío Baroja, además de haber recibido las bendiciones
literarias de «Clarín». Mantuvieron correspondencia. Cristina Torres en El País,
martes 10 de noviembre de 1998, escribe “Como ha señalado el profesor
norteamericano Edmund King, autor de un artículo que recopila casi todo lo que
se sabe sobre la amistad entre los dos escritores, pensar en la imitación es
absurdo”. Este profesor norteamericano escribió una introducción sobre la
novela mironiana Nuestro Padre San Daniel, que podemos leer en la
edición de la CAM de 1995, colección que dirige Miguel Ángel Lozano Marcos,
donde escribe King “pero es Azorín quien indica el camino, es Miró quien lo
coge de buena gana, quien hace de la primordialidad de la palabra el punto
cardinal de su propia estética…”. Aunque los estilos son parecidos, en realidad
son diferentes, ambos eran discípulos de una nueva prosa en español.
Se habla de una amistad
entre ambos autores, una amistad relativa, ya que al principio Azorín no le
hacía mucho caso al autor de de Años y leguas, el monovero era un hombre
poco dado a expresar sus sentimientos, por el contrario, Miró era abierto y
cálido. Azorín quedó en 1917 muy sorprendido con Figuras de la Pasión, al
decir que era un artista “delicadísimo y sutil”.
La amistad entre ambos se
consolida a partir de 1927, cuando Azorín le propuso para su ingreso en la Real
Academia de la Lengua, rechazada la entrada parece ser, según Cristina Torres
por los jesuitas que le vetaron la entrada. Ante este desagravio Azorín decidió
no asistir a las sesiones de la Academia. Este aprecio por el alicantino,
culmina cuando en junio de 1927, Gabriel Miró veraneaba en su casa de Polop de
la Marina lo invitó por unos días a Monóvar (adjunto fotografía, 1927). He
tenido conocimiento de que la casa de Polop de Marina ha sido vendida a un
particular, sin que el Ayuntamiento de este localidad hay podido adquirirla para
haber hecho una casa-museo, cosas normales en esta España de la incultura).
Azorín había apoyado las
candidatura de Pío Baroja y Antonio Machado para entrar en la Academia, pero no
lo consiguió con Miró, además este murió joven a los 50 años en Madrid, la noche
del 27 de mayo de 1930. Azorín pidió verlo amortajado y dicen que se emociono y
no pudo reprimir las lágrimas.
Recordemos el homenaje que
le hicieron los oriolanos en 2 de octubre de 1932 en la glorieta que lleva hoy
día su nombre por iniciativa de Ramón Sijé y el grupo de los escritores
oriolanos, Miguel Hernández, entre otros. También hay que señalar que Gabriel
Miró no está en el Jardín de la Celebridades de la Diputación de Alicante, sí
está Azorín y Miguel Hernández, entre otros. ¿Para cuándo un monumento a
Gabriel Miró en este Jardín que es de todos los alicantinos?
En marzo del 2005, se
celebró un ciclo de conferencias sobre la relación de amistad entre Azorín y
Gabriel Miró en la Casa-Museo de Azorín en Monóvar, todo un acontecimiento, que
apenas tuvo repercusión en la prensa ni en los medios de comunicación visual.
Revista "Perito", homenaje a Azorín en el 40 aniversario de su muerte-.
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